Crónica del retiro anual de la Provincia de Hispania en Caleruega
Caleruega nos recibe con un sol castellano que no aplasta. Nos juntamos 39 frailes, además de los 7 integrantes de la comunidad. Pertenecemos a ocho naciones: Pakistán, Guinea Ecuatorial, El Salvador, Honduras, Guatemala, Cuba, República Dominicana, España; cuatro continentes. Frailes de diversas edades y experiencias en la Orden. Con nosotros está el Prior Provincial y su curia y el socio del M. O. para España, Portugal e Italia. De todos los asistentes, 20 son frailes en formación. Nos dirigió el retiro, la Dra. en Teología y Licenciada en Literatura hispánica, Dolores López Guzmán, casada, con tres hijos y un nieto. Especializada en ejercicios espirituales, acompañamiento espiritual, profesora en la Universidad de Comillas, autora de diversas publicaciones. Autoridad, pues.
En estos días se solemniza el tiempo de oración comunitaria y eucaristías. El aspecto musical lo lleva fray Carlos Olóriz, habituado a estas responsabilidades, acompañado de los jóvenes organistas, fray César y fray Bernardo. Los frailes en formación institucional se encargaron de los momentos de oración, en el pocito, la capilla coral y la iglesia parroquial. Las eucaristías de los dos primeros días las presidieron el prior de San Esteban Protomártir de Salamanca y el prior de Santo Domingo de Oviedo. La del tercer día el fraile recién ordenado sacerdote en su tierra, en la Iglesia de Santo Domingo, ciudad de Santo Domingo, RD. Reflejó en su homilía el ímpetu, la fuerza de la juventud, junto al estilo vibrante del Caribe, fray Juan Manuel Febles Calderón.
Los temas que la Dra. López Guzmán, Doli, como se la llama y quiere que la llamemos, versaron sobre el seguimiento de Jesús de Nazaret, o “apego” a él, -como le gustaba decir a la ponente-. Nos fue presentando un Jesús, valiente, desnudo, inteligente, generoso en extremo, honesto. Charlas que emanaban del entusiasmo de Doli por Jesús de Nazaret, de su honda preparación teológica, de su sensibilidad espiritual; con matices propios de su condición de mujer, madre, esposa… Le gusta acudir a las imágenes, a lo que insinúa y atrae en Jesús de Nazaret. Siempre pisando nuestra tierra, desde nuestra real condición humana. Sin olvidar, como un día en especial insistió, en las exigencias de nuestra vocación, de nuestro lugar en la Iglesia y la sociedad. Ella, nos confesaba, había releído los textos evangélicos pensando en estos días; en efecto la base bíblica, en especial evangélica, de lo que exponía era patente. Mejor base en que apoyarse ha sido el Evangelio lo que ha conducido sus exposiciones.
Entre otras conclusiones para nuestra vida, sus charlas nos han servido para insistir en releer con frecuencia los textos evangélicos. (“Mejor que leer es releer”, aparece en una tienda de libro antiguo). Poniendo en ello inteligencia y hondura, y tratando de ver reflejada nuestra vida ante ellos. La última charla la desarrolló a partir de un icono, creación de ella, que estaba proyectado en una pantalla, que permitió la visión del proyecto de Dios para nuestra salvación a partir de la comprensión de Jesús, de su ser, su obra y su palabra, reflejado simbólicamente en el icono.
La honda espiritualidad de Doli y a la vez su cercanía; su realismo y a la vez su confianza en lo mucho que se puede esperar de cada uno y de la comunidad que formamos, permitió que se la siguiera con interés a lo largo de sus intervenciones. Ella, nos dijo, se había encontrado en familia en medio de nosotros.
La eucaristía del viernes en la iglesia de las monjas fue presidida por el Prior Provincial, pero quien nos ofreció su última palabra del retiro en la homilía fue Doli. Recordó el texto del evangelio del día que hablaba de vino nuevo en odres nuevos. Hubo novedad en lo por ella ofrecido, a nosotros nos corresponde ser odres nuevos. Como también es experiencia nueva para no pocos la convivencia de un grupo heterogéneo, como indiqué al inicio de esta croniquilla, que debe ser recibida en odres nuevos, incluso por los que la vida nos ha hecho “echar mucho pellejo”.
Todo se desarrolló bajo la atenta, minuciosa y cordial acogida de la comunidad de los frailes de Caleruega y sus empleados.
Fr. Juan José de León Lastra, O.P.