Las dominicas de Caleruega reivindican el papel de las monjas de clausura como ejemplo de mujeres libres, valientes, adelantadas a su época
A través de su página de Facebook, ayer, las dominicas de Caleruega reivindicaron el papel de las monjas de clausura como ejemplo de mujeres libres, valientes, adelantadas a su época. En el escrito, las hermanas destacan también que echan de menos la figura de la Virgen María, la bendita entre todas las mujeres.
Compartimos el mensaje que publicaron en la conocida red social:
Estamos en vísperas del #8deMarzo, #DíaDeLaMujer, y las redes sociales abundan en publicaciones reivindicativas, y nos ofrecen personajes femeninos, símbolos de la lucha por la igualdad. Echamos de menos a la Virgen María, la bendita entre todas las mujeres. Tampoco aparecen demasiado las santas: Catalinas de Siena, Rosa de Lima o Zdíslava de Lemberk, por poner un ejemplo. Así que quizá sea más que un atrevimiento por nuestra parte presentar a unas monjas de clausura como ejemplo de mujeres, libres, valientes, adelantadas a su época. Pero vamos a intentarlo. Estamos concluyendo el 750 aniversario de la fundación de nuestro Monasterio y en este Día de la Mujer de 2021 ¿por qué no? Reivindicar el papel de la primera comunidad que habitó este lugar: Doña Toda Martínez, priora, y sus hermanas. Y no solo lo habitaron, sino que, desde aquel histórico 31 de octubre de 1266 tuvieron el deber y la obligación de gobernarlo. Además de monjas dominicas se hicieron las nuevas “Señoras de Caleruega”. Estamos en pleno S. XIII, en plena Edad Media, es Castilla… y un grupo de mujeres y religiosas… se convierten en “Señoras” por deseo del Rey Don Alfonso y sus sucesores: «reconozcan y tengan por señor al dicho Monasterio, Priora, monjas y convento, y como a tal señor, vengan a sus llamamientos y obedezcan sus mandamientos como a verdadero señor de dicha Villa».
«El caso del Monasterio Dominicano de Caleruega, por su carácter de Señorío, es ciertamente peculiar en la Orden Dominicana. No así en el estricto monacato ni en la vida de obispos que eran señores feudales, al menos en muchos casos. El Real Monasterio de Caleruega surgió, con su peculiar fisonomía, como una institución a cuya sombra protectora se acogían los antiguos vasallos del Señorío Solariego de los Guzmanes. Por esa condición, los derechos tributarios y los deberes de gobierno recaían directamente sobre el Convento. En vez de pagar impuestos al Rey, los vasallos pagaban al Monasterio; pero en vez de ejercer su autoridad y gobierno el Rey, había de ejercerlo el Convento. (…)
Se preguntará, tal vez, el lector por la forma concreta como la Priora efectuaba los nombramientos de sus funcionarios u Oficiales del Concejo en el Señorío. Era el suyo un modo prudente de actuación:
- Para nombrar funcionarios a sujetos idóneos y aceptados en el señorío, pedía a la Villa una terna por cada servicio a cubrir, y elegía a uno de los tres propuestos.
- Introdujo la costumbre de designar funcionarios a principios de año, mes de enero, en torno a la fiesta de Reyes; y les investía de autoridad mediante la entrega de varas de mando, bajo juramento de fidelidad.
- Y en cuanto a supervisión de cómo funcionaban los asuntos de la Villa, mediante la colaboración de sus oficiales, se atenía a una cláusula que decía: “Cada año den cuenta a la Priora, o a la persona que por ella fuere nombrada, de todos los propios o repartimientos del dicho Concejo y otras cualesquiera penas concejiles”. Esto lo cumplía casi siempre por medio de un delegado suyo». (Sor Carmen González, O.P.)
Así que permítasenos proponer a Doña Toda Martínez y sus hermanas como mujeres adelantadas a su época y personajes femeninos que cambiaron el rumbo de la historia con su entrega y valentía.
Mujeres, monjas y de clausura.
Mujeres que eligieron vivir en castidad por el Reino de los Cielos, como signo de una vida que no termina en este mundo.
Monjas que no renunciaron a la cultura y al saber que tantas veces se les negaba por su condición femenina, sino que lo cultivaron, promovieron y conservaron entre los muros de su centenario Monasterio.
Y de clausura: Libres para entregarse en el anonimato